En las últimas dos décadas, la indagación en las historias personales, familiares y nacionales viabiliza el análisis de las identidades, la comprensión del devenir individual y colectivo, y la reflexión sobre el futuro. En América Latina, sobre todo en aquellos países con gobiernos autoritarios o regímenes dictatoriales, el documental ha ensayado sistemáticamente una recuperación de la memoria como mecanismo de resistencia. Mediante el examen de los documentales Los rubios (2003), Sueños al pairo (2021) e Infinity (2020), se reflexiona sobre el uso de los archivos por parte del documental en el desmontaje de la historia.
La Sociedad Industrial Cinematográfica Latinoamericana, SICLA, de los hermanos Di Doménico, exhibió películas europeas y estadounidenses en los salones de cinematógrafo de las ciudades colombianas durante varios años del periodo del cine silente. SICLA acompañaba estas exhibiciones con revistas en las que se divulgaba información sobre las casas productoras extranjeras, el reparto de actores y actrices, y la apropiación de las películas por parte de cronistas espectadores. Este mundo de exhibición funcionaba bajo una incipiente estructura de distribución del cinematógrafo en Colombia.
Durante el proceso de elaboración de Mudos testigos, película enteramente realizada con los fragmentos sobrevivientes del período silente del cine colombiano, Jerónimo Atehortúa dio con un concepto que le ha ayudado a pensar en los usos ficcionales del archivo: la arqueología especulativa. Con ella quiere señalar aquella labor que va a los archivos no sólo para indagar qué sucedió, sino también, y sobre todo, qué pudo pasar y qué está aún por suceder.