En un pueblo escondido del Pacífico colombiano, una comunidad afro se apropió de la fiesta de la Semana Santa desde sus raíces africanas. Lejos del control clerical, con autonomía en las prácticas religiosas, los habitantes han realizado una resistencia cultural desde la fiesta de la semana mayor. En ellas cobran vida los matachines que, luego de un proceso de apropiación y arraigo, se convirtieron en los representantes de las celebraciones espirituales de la comunidad.