En Kinra somos testigos de cómo desde una cultura en los Andes peruanos se desarrolla una mirada cinematográfica propia que viene a enriquecer el panorama internacional. Marco Panatonic encuentra un ritmo pausado, una manera meticulosa de presentar los espacios y las acciones cotidianas, una forma de poner en escena las relaciones —entre las personas, y entre ellas y los animales y otros seres—, para así exponernos a varias de las cuestiones más acuciantes para su comunidad quechuablante de la región de Cuzco. La pregunta de vida de Atoqcha, sobre si quedarse en su ladera (Kinra o Tierra Madre) o ir a vivir en la ciudad, se pone a prueba cuando se enfrenta a los dos modos de vida. La película presenta con detalle las durezas que debe enfrentar en ambos espacios, y ahonda con humor en los vínculos que hacen posible enfrentarlas gracias a las complicidades con familiares y amigos. 

Alejandro Martín