El plan es simple: encerrar al papá del Potro en el baño, robarse el carro y grabar un videoclip de una de sus canciones más punk para aplicar a un cupo en el concierto más importante de la ciudad. No todo sale como ellos quieren: rencillas del pasado, pasiones, egos y la consecuencia de sus decisiones se les interponen. Para los Fósforos Mojados, el punk no está muerto en una ciudad salsera ahora plagada por reggaeton. El punk es escupir al mundo su amistad.